Τετάρτη 15 Ιουνίου 2011

Η ΜΙΚΡΑΣΙΑΤΙΚΗ ΚΑΤΑΣΤΡΟΦΗ 7. Η ΓΑΛΗΝΗ


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Esta historia empieza en Julio de 1923. Anávisos es un lugar desierto del litoral, en el golfo Sarónico, más o menos a diez millas antes de Sunion. Desde aquel sitio no parte ninguna carretera. Todos los caminos pasan por detrás de las pequeñas colinas que cierren la tierra estéril del lugar, en donde el caminante no encontrará ni un árbol. Sólo hay lentiscos, espinos, juncos y arena […]

La lejana comitiva se acerca sin cesar. La nube de polvo se alarga muchísimo en la densa atmósfera. Poco a poco se posa, se une a ella, y entre ella se diluye con la capacidad de adaptación que tienen las cosas de este mundo. Sin embargo bajo la nube el acomodo no es fácil. Una multitud de mujeres, niños y viejos gimen en voz alta acosados por el sol, por las privaciones y por la fatiga del camino. En las caras el sudor amasado con el polvo, gotea como si fuera lodo. Hay pocos hombres jóvenes. Los más del grupo caminan descalzos y todos llevan al hombro un fardo, un saco repleto o un hatillo.
- ¡Ay! ¡Adónde nos traes a vivir! ¡Adónde nos traen!, chillaba con fuerza una mujer ¡Esto es un desierto! ¡Un desierto!
Entonces las mujeres, a la señal dada por la primera, empiezan a clamar todoas juntas y a maldecir su suerte.
- ¡Moriremos en este lugar salvaje! ¡Moriremos nosotros y nuestros hijos! ¡Moriremos!
Los hombres y los viejos hicieron lo que podían para oponerse al pánico. Cada uno luchaba por tranquilizar a la mujer que tenía al lado, su esposa, su madre. Pero la desesperanza, fuerza fértil como el polen, corría por el aire denso.
- ¡Nada!..., gritaban. ¡Nada nos salvará! ¡Moriremos aquí!
Clamaban por un árbol. Que hubiera un árbol para descansar bajo su sombrs. Pero en todo la extensión del pequeño campo no aparecía ni una línea erguida hacia el cielo. Únicamente negreaba el lugar por los lentiscos, y sobre ellos reverberaba el sol.
Entonces, en esta hora difícil llegó el tormento de la sed. […]

En este instante aparecieron, acercándose, los dos paisanos que venían desde la colina.
- ¡Eh, vosostros!, gritaron al grupo.
Se pararon viendo repentinamente a los hombres.
- ¿Adónde vais?
- ¿No es esto Anávisos?, respondió una voz. ¡Aquí venimos!
- ¡Qué sois?
- Somos refugiados.
- ¿Y qué buscáis en estos lugares?
- ¡Nos dieron la tierra!, respondió la voz del grupo. ¡Nos quedamos aquí!
- ¿Qué tierra? ¿Qué tierra?, dijo sorprendido uno de los paisanos. Aquí en este lugar sólo crecen juncos.
Y después:
- Moriréis, les dice, ¡vosotros y vuestros hijos! ¡Moriréis, si de veras venís a quedaros en este sitio!

IlÍAS Venezis: Serenidad (Ediciones clásicas, 1991)

2 σχόλια:

Marga είπε...

Se os ha olvidado insertar como testimonio de primera mano "En Jatsifrangos" de Cosmas Politis

El Anfitrión Griego είπε...

Pero ¿hay alguna traducción de esta obra de Kosmas Politis en castellano?

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