Τετάρτη 27 Ιουνίου 2018

ΠΕΡΣΕΣ

SOMBRA (DE DARÍO): Ellos han sido, pues, los que han causado este desastre inmenso, inolvidable que esta ciudad de Susa ha despoblado como nunca otro igual lo consiguiera, desde el día en que Zeus, el señor nuestro, nos concediera el privilegio inmenso de que un solo monarca sobre el Asia con su cetro de jefe gobernara. Pues Medo fue nuestro primer caudillo, y un hijo suyo culminó la empresa —la sensatez su espíritu guiaba—. Ciro, el tercero, un hombre afortunado, estableció la paz entre los suyos, durante su reinado. El pueblo lidio y el frigio conquistó, y la Jonia entera sometió por la fuerza. Mas el numen nunca le fue enemigo, al ser piadoso. La hueste dirigió el hijo de Ciro en el cuarto lugar; Mardis fue el quinto, el baldón de su patria y del antiguo trono real, pero el noble Artafrenes lo asesinó en palacio astutamente, unido a quienes la empresa asumieron. Y yo, que, por la suerte, había obtenido lo que tanto anhelaba, numerosas campañas emprendí, con fuerte tropa. Mas nunca tanto mal causé a mi patria. Jerjes, empero, mi hijo, que era joven, mucha ambición tenía, y olvidose de mis consejos. Porque, camaradas, debéis saberlo bien: ni todos juntos los que hemos gobernado en esta tierra le hemos causado tantos sinsabores.


SOMBRA (DE DARÍO): […] Y de vosotros, ancianos, me despido: pese a todo, aunque llenos de desdicha, conceded a vuestro espíritu el gozo de cada día. Que a los muertos la riqueza ya para nada les sirve.
Esquilo: Los Persas
traducción: José Alsina Clota




Τρίτη 19 Ιουνίου 2018

ΓΡΑΜΜΙΚΗ Α', ΓΡΑΜΜΙΚΗ Β'

El lineal A es una escritura de la civilización minoica de Creta. Se empleó del siglo XVII al XV a. C para escribir el idioma eteocretense. La escritura sólo ha podido ser descifrada en una pequeña parte. 
Se conocen aproximadamente 70 caracteres silábicos, 100 caracteres con significado propio (que se combinan en parte con los caracteres silábicos y han podido ser determinados así) y diversos signos de cifras. Comparte al menos 55 caracteres con su contemporánea la Lineal B. 
Se ha llamado a la lengua escrita con este sistema minoica o eteocretense, lengua que nos es desconocida. Aunque la lengua eteocretense nos es desconocida y no se ha podido incluir en ninguna familia de lenguas, se ha deducido el valor de muchos de los signos por medio de la comparación con el lineal B, de forma más o menos segura. La gran cantidad de logogramas permite deducir el contenido de los textos encontrados. Las notas grabadas en tablillas de barro servían para la administración, lo que permite entrever las relaciones económicas de la época. La escritura en tablillas de barro no es muy práctica, es muy poco adecuada para el grabado de líneas como las empleadas en el lineal A. De ello se deduce que se escribía principalmente sobre otros materiales que han desaparecido, como el papiro o el pergamino. Las tablillas de barro no eran más que para tomar notas que sólo se guardaban durante un año contable. Han sobrevivido gracias al incendio de los edificios en los que se encontraban los archivos, con lo que el barro se coció y se han conservado el material y los textos. 


La Lineal B es el sistema de escritura usado para escribir el griego micénico, aunque fue usado principalmente con fines administrativos, desde el 1600 hasta el 1110 a. C.Precedió en varios siglos al uso del alfabeto para escribir la lengua griega. El lineal B consiste en signos silábicos, es decir, que cada uno de los signos representa una sílaba, y de un gran número de signos ideográficos. 
En 1900, sir Arthur Evans encontró los primeros vestigios en Cnosos (Creta). 
El arquitecto inglés Michael Ventris descifró este sistema de escritura en julio de 1952. M. Ventris llevaba investigando desde joven y en 1940, con sólo 18 años, publicó su primer artículo sobre la materia, titulado Presentación de la lengua minoica. 
El desciframiento fue posible debido a tres factores: 
- la reunión de un gran volumen de material (unos 30.000 signos),
- el uso de un método sistemático de chequeo (cuadrícula silábica) con el que analizaba la repetición de signos, 
- y la casualidad de que la lengua escrita en lineal B era un antepasado del griego, una lengua sumamente atestiguada y conocida por los filólogos. 
En 1950 Ventris ya había identificado 9 signos, había detectado el empleo de vocales muertas y el parecido del lineal B con el silabario chipriota. El desciframiento de Ventris se completó con la ayuda de John Chadwick, profesor de Cambridge y filólogo especialista en griego arcaico, y con las aportaciones de otros estudiosos (Alice Kober, Emmett L. Bennett, Jr., etc.). 
El mismo Ventris anunció el desciframiento en la radio BBC en Londres en 1952. Su alocución fue seguida por John Chadwick, quien se animó a colaborar con él. El desciframiento fue corroborado por el arqueólogo Carl Blegen, quien poseía una tablilla desconocida para Ventris (PY Ta 641) y cuya interpretación, según el entonces reciente descubrimiento, fue sorprendentemente exacta. 
El periodo de implantación del Lineal B estaría situado antes del Heládico Reciente I (momentos anteriores al 1600 a. C.), cuando la cultura micénica estaba más en auge, pues parece ser que ya en el Minoico Reciente III estaba plenamente desarrollada a nivel lingüístico y paleográfico. Sabemos con seguridad de su uso durante el 1300 a. C. en Pilos, Micenas, Tirinte, Tebas, La Canea y Cnosos. 
Acordar el lugar en el que fue creado este sistema de escritura es controvertido, pues para algunos investigadores su lugar de origen se encontraba en Creta y para otros en la Grecia continental. No se ha hallado ningún vestigio arqueológico ni paleográfico distintivo en ninguno de los dos lugares que permita a los estudiosos posicionarse definitivamente. 
La finalidad de prácticamente todas las inscripciones que tenemos era la de registrar la administración del palacio durante un periodo de un año. Cuando pasaba el año administrativo, se destruían las tablillas y se comenzaba de nuevo. Tenemos, sin embargo, algún caso de tablillas que aún se guardaban del año anterior. Las tablillas son listas de compras, ventas o entregas de productos manufacturados o materias primas (prendas, bronce, aceite...), de ganado o de esclavos a particulares, talleres u otros palacios, inventarios (de armas, carros, caballos...), ofrendas a deidades o a santuarios (de miel, vino...), listas de trabajadores de palacio, su trabajo y remuneración etc. 
A pesar de que los textos son monótonos, nos han ayudado a conocer de primera mano aspectos de una sociedad anterior a la griega arcaica, de la que tenemos muchos más datos. Con estas listas hemos podido descubrir cómo funcionaba el gobierno de esta cultura, los tipos de trabajos dentro del palacio, cómo era su economía, nombres de los principales dioses, tipos y partes de armaduras y carros, valor de las unidades de medida, fases de elaboración de algunos objetos manufacturados, nombres de territorios, fiestas populares, nombres de meses (pero en muchos casos no tenemos mayor información que el propio nombre), etc. No hay ningún tipo de inscripción de tipo literario, ni parece una posibilidad muy viable por el tipo de escritura que es el Lineal B que las haya habido. (es.wikipedia.org) 


Παρασκευή 15 Ιουνίου 2018

ΚΝΩΣΟΣ. ΜΙΑ ΚΟΣΜΟΠΟΛΙΤΙΚΗ ΠΟΛΗ ΣΤΗΝ ΑΝΑΤΟΛΙΚΗ ΜΕΣΟΓΕΙΟ



Cnosos, en Creta, es célebre por su palacio, el más antiguo de Europa. Sus coloridas pinturas murales muestran el juego cretense del salto del toro: un individuo realiza una cabriola por encima del fiero animal, que no consigue embestirlo. El palacio es célebre, a su vez, por sus numerosas habitaciones y niveles, con un diseño intrincado que pudo originar el mito del Laberinto de Creta. El rey Minos encargó su construcción al arquitecto Dédalo para encerrar al Minotauro, el monstruo de cuerpo humano y cabeza de toro por el que tanta pasión sentía Pasífae, la esposa de Minos. Atenas perdió una guerra contra el rey Minos y este les impuso el siguiente tributo a los atenienses: cada nueve años debían mandar a Creta siete muchachos y siete doncellas para que fueran devorados por el Minotauro.
La historia y la leyenda se funden en Cnosos. La civilización minoica vivió su apogeo a mediados del segundo milenio a.C. Un cataclismo originado en el volcán de Thera, la actual Santorini, pudo causar el declive de esta civilización. La civilización micénica pudo aprovechar esta situación de crisis para controlar la isla con relativa facilidad. Hay mucha controversia al respecto.
Un estudio reciente de la Universidad de Cincinnati sostiene que Cnosos no sólo se recuperó del colapso sociopolítico sufrido alrededor del año 1200 a.C., tras la erupción minoica, sino que además "creció rápidamente y prosperó hasta convertirse en un centro cosmopolita de las regiones egeas y mediterráneas", explica dicha universidad en un comunicado.
¿En qué se basan los arqueólogos? La investigación sobre el terreno ha permitido extraer la siguiente conclusión, totalmente sorprendente: los hallazgos correspondientes a la Edad del Hierro temprana (1100-600 a.C.) demuestran que "Cnosos fue rica en importaciones y unas tres veces más grande de lo que se creía hasta ahora". El estudio reciente se ha centrado en el desarrollo urbanístico que experimentó Cnosos en el siglo XI a.C., al comienzo de la Edad del Hierro y tras la destrucción de los palacios minoicos en la Edad del Bronce.
En la última década se han recuperado numerosos fragmentos cerámicos y otros artefactos de la Edad del Hierro, "dispersos por un área extensa que no había sido explorada". No sólo es importante la cantidad de piezas halladas, sino también su calidad, pues las importaciones incluyen objetos de bronce y otros metales procedentes de la Grecia continental, Chipre, Oriente Próximo, Egipto, Italia, Cerdeña y el Mediterráneo occidental. "Ningún otro sitio del período egeo [o prehelénico] tenía tal gama de importaciones", corrobora Antonis Kotsonas, asesor del proyecto, de la Universidad de Cincinnati. (nationalgeographic.com.es)



Πέμπτη 7 Ιουνίου 2018

ΚΡΗΤΗ. Η ΑΝΑΚΑΛΥΨΗ ΤΗΣ ΚΝΩΣΟΥ

El palacio de mil estancias
Las intrincadas estancias del palacio de Cnosos llevaron a Evans a creer que se trataba del célebre Laberinto del Minotauro. En la imagen, entrada norte al palacio, con el relieve de un toro. 


Restauración de Cnosos
Escudos en forma de ocho cubren los muros de la la llamada «Sala de las Dobles Hachas», en el palacio de Cnosos, que fue reconstruida por Arthur Evans.

Grifo tendido
Una serie de grifos, animal fantástico con cuerpo de león y cabeza de águila, decoraban la Sala del Trono. Se cree que, en este caso, la restauración es bastante fiel. 


Arthur Evans y su equipo
Imagen tomada durante la reconstrucción del palacio de Cnosos. Museo Ashmolean, Oxford. 
La lengua minoica
Arthur Evans nunca logró descifrar el contenido de las tablillas descubiertas en Cnosos. Sí concluyó que se distinguían dos tipos de escritura, o más bien dos lenguas, el Lineal A y el Lineal B, y que correspondían a inventarios, pues fue capaz de diferenciar la gran cantidad de listados y «números» que en ellas aparecían. En la imagen, tablilla micénica con escritura Lineal B. museo de Heraclión 
Procesión de jóvenes
Unos jóvenes de cuerpo esbelto, vestidos con el típico faldellín minoico, portan recipientes para una ceremonia religiosa. Fresco de las Procesiones, Cnosos. 

Damas de azul
Esta famosa imagen fue pintada por Gilliéron a partir de unos pocos fragmentos del original. Copió los rostros de otro fresco de Cnosos, el de los Coperos.

Creta, el descubrimiento de Cnosos
nationalgeographic.com.es
A mediados del siglo XIX, los orígenes de la antigua Grecia estaban envueltos en la oscuridad o, en todo caso, en el mito. Por entonces, la historia de Grecia solía empezarse con la primera Olimpiada (776 a.C.), y lo acaecido antes pertenecía al dominio de dioses y héroes legendarios como los que poblaban los poemas de Homero.
Todo cambió gracias a un alemán, Heinrich Schliemann, que en 1870 anunció que había descubierto, en un promontorio del oeste de Turquía, las ruinas de Troya,el escenario de la mítica guerra relatada por Homero en la Ilíada. Poco después, el mismo Schliemann excavaría Micenas y Tirinto, dos de las ciudades griegas de las que procedían los guerreros homéricos. La Grecia micénica, como se denomina el período entre 1600 y 1150 a.C., no era una ficción poética, sino una realidad demostrada por la arqueología.

Estos hallazgos tuvieron un gran impacto en el resto de investigadores.

En 1882, un joven inglés visitó a Schliemann en Atenas. Llegó con una carta de presentación de su padre, un renombrado geólogo y anticuario a quien el alemán había conocido en Inglaterra. El joven escuchaba sin gran interés a Schliemann hablar de Homero; lo que de verdad le atraía eran los objetos micénicos con grabados diminutos, que examinó cuidadosamente con sus ojos de miope. Eran tan distintos del arte griego clásico que le fascinaron, no porque compartiera el empeño del investigador alemán en asociarlos a la edad homérica, lo que ya era una osadía para la época, sino porque creía que eran incluso anteriores.
Ese joven era Arthur Evans. Había nacido en 1851, cerca de Londres, y a los quince años visitó con su padre, John Evans, las excavaciones paleolíticas del valle del Somme, en Francia. Ahí surgió su pasión por la arqueología. Más tarde, siendo estudiante de Oxford, dedicó los veranos a viajar por yacimientos arqueológicos de Europa, especialmente en los Balcanes, donde el paisaje y la mezcla de culturas le entusiasmaron; de allí volvió a Londres vestido como un turco: pantalones bombachos, faja carmesí y chaqueta sin mangas.
Cuando en 1878 se prometió con Margaret Freeman, mientras visitaban la exposición londinense de las antigüedades troyanas de Schliemann, la convenció para instalarse en Ragusa (la actual Dubrovnik, en Croacia), donde Evans se convirtió en corresponsal del diario The Manchester Guardian.
De nuevo en Londres, Evans consiguió el cargo de conservador del Museo Ashmolean, de la Universidad de Oxford, que en el siglo XIX reunía una de las más ricas colecciones arqueológicas de Europa. Pese a ello siguió visitando yacimientos en Europa con el pretexto de adquirir nuevas piezas para el museo. Su mujer, Margaret, siempre iba con él, hasta que cayó enferma de tuberculosis y falleció en 1892.

Creta, la isla de Minos

Tras la muerte de su esposa, Evans dirigió su mirada a Creta. La isla era un foco de atracción arqueológica; desde hacía décadas, los arqueólogos iban tras las huellas del legendario rey Minos, quien, según el mito, encargó a Dédalo la construcción del Laberinto donde se ocultaba el monstruoso Minotauro –mitad hombre, mitad toro–, al que el príncipe ateniense Teseo dio muerte con ayuda de la hija del rey, Ariadna.
Un arqueólogo griego, Minos Kalokairinos, creyó haber hallado los restos del Laberinto en unas excavaciones realizadas en 1878 en el montículo de Kefala, cerca de Heraclión, donde, según la tradición, se hallaba la antigua ciudad de Cnosos. Kalokairinos despertó la curiosidad de otros arqueólogos, incluido Schliemann, pero el lugar al final no fue excavado. Por su parte, el arqueólogo italiano Federico Halbherr investigó otros yacimientos de la isla y halló gran número de inscripciones.
En Oxford, Evans prestó especial atención a las inscripciones halladas en Creta, sobre las que Halbherr y otros estudiosos le mantenían informado. Evans estaba entonces interesado en los orígenes de la escritura griega. Estaba convencido de que "en el territorio griego, donde la civilización echó sus primeras raíces en suelo europeo, debió de haber existido un sistema de escritura primitivo.
En el Museo Ashmolean había analizado unos sellos con inscripciones, anteriormente clasificados como "fenicios"; Evans, sin embargo, advirtió que los símbolos se parecían a los de inscripciones cretenses recientemente descubiertas y concluyó que correspondían a un sistema de escritura desconocido, anterior a la escritura griega. En 1893, en un viaje a Atenas, compró una serie de sellos, supuestamente originarios de Creta, con intrigantes signos. Evans decidió que tenía que investigar la cuestión en persona, aunque tuviera que renunciar a su puesto en el Museo.

En el reino de Minos

Evans llegó a Creta en marzo de 1894. Tras un encuentro con Halbherr y Kalokairinos, enseguida se dirigió al yacimiento de Cnosos. Una primera inspección le confirmó el gran interés del lugar: "En cuanto lo vi, sentí que era muy importante porque era el centro en torno al que giraban todas las leyendas de la Grecia antigua", recordaría más tarde. Pero el gobierno otomano, al que pertenecía Creta, ponía impedimentos: obligaba a los arqueólogos a comprar las tierras que querían excavar, cosa que, por ejemplo, había rechazado Schliemann. En los años siguientes, Evans hizo varios viajes a Creta, hasta que en 1899 creó el Fondo para la Exploración de Creta y compró los terrenos de Cnosos. El 23 de marzo de 1900 comenzó la excavación.
"En cuanto lo vi, sentí que era muy importante porque era el centro en torno al que giraban todas las leyendas de la Grecia antigua"
Evans había visitado muchos yacimientos, pero nunca había organizado una excavación. Por ello se rodeó de colaboradores experimentados, como Theodor Fyfe, un arquitecto encargado de dibujar los planos, así como del arqueólogo escocés Duncan Mackenzie, que dirigía las excavaciones y supervisaba a las decenas de trabajadores encargados de despejar el terreno y acarrear escombros. En pocos días afloró una gran construcción: "un fenómeno de lo más extraordinario; nada griego, nada romano", según Evans.
Se trataba de un intrincado espacio de unas dos hectáreas de extensión, con unas mil salas comunicadas entre sí. De inmediato, Evans relacionó los hallazgos con el célebre rey Minos. La estructura tenía que ser el Laberinto del Minotauro. Cuando en una de las estancias apareció un gran asiento de yeso empotrado en la pared pensó que se hallaba en la "sala del trono", e identificó otra estancia cercana como "sala de la reina". Pensó que en uno de los patios se celebraron grandes asambleas, con los ancianos sentados en un lateral "mientras el rey se sentaba orientado hacia la entrada, en la Silla de la Justicia situada en el majestuoso pórtico del otro lado".
A sus ojos, Cnosos fue un lujoso palacio habitado por príncipes que disfrutaban de una vida regalada, rodeados de una corte de damas con vestidos escotados. Mackenzie, en cambio, era más comedido, y en sus diarios se limitaba a describir la textura y los colores del suelo, el trabajo propio de un arqueólogo científico.
Evans no se limitó a dejar volar su imaginación a la vista de las ruinas, sino que incluso se atrevió a reconstruirlas. En efecto, al volver a Creta para su segunda campaña de excavaciones, los arqueólogos se encontraron con el yacimiento asolado por las lluvias. Evans se dio cuenta de que había que empezar, paralelamente a la excavación, con las labores de restauración y conservación.Además, quería que incluso el visitante profano pudiera sentir y comprender aquella maravilla de la Antigüedad.
La restauración de Evans es hoy día objeto de críticas, pues es muy agresiva y arqueológicamente poco fiel
En cuanto a las estancias en dos alturas, Evans probó a sostenerlas con vigas de madera, y ensayó con fustes y capiteles de piedra, pero el resultado no era del todo satisfactorio. Al final usó hormigón armado, lo que impidió que los restos se desplomaran, sobre todo dada la cantidad de terremotos que han asolado Creta. Esta restauración es hoy día objeto de críticas, pues es muy agresiva y arqueológicamente poco fiel, ya que Evans recolocó los restos donde le "parecía" que debían estar, aunque debe situarse en el contexto de una época en que la arqueología se debatía entre su pasado anticuario y su futuro científico.

El enigma de las tablillas cretenses

El entusiasmo de Evans aumentó cuando entre las ruinas del antiguo palacio aparecieron restos de pinturas murales. El arqueólogo decidió también "restaurar" los frescos, lo que para él significaba completarlos a partir de los fragmentos rescatados. Encargó esta tarea a dos artistas suizos, padre e hijo, ambos llamados Émile Gilliéron. Aunque se basaron en evidencias arqueológicas y en su experiencia previa en Micenas, el trabajo de los Gilliéron resultó muy controvertido y los estudiosos actuales consideran que algunos elementos de las restauraciones son una mera invención.
Los descubrimientos de Cnosos tuvieron enorme repercusión. Evans informó por telegrama a The Times de sus primeros hallazgos y al volver a Londres realizó conferencias por Gran Bretaña. Gracias a ello logró nuevas subvenciones que le permitieron pagar hasta a 250 trabajadores. Pero el interés del público decayó pronto y el Fondo para la Exploración de Creta se quedó sin dinero en 1906, lo que obligó a suspender los trabajos. La herencia que le dejó su padre y la de otro familiar resolvieron los problemas financieros de Evans que, a pesar de ello, no reanudó las campañas de excavación.
Evans había acudido a Creta con el propósito de resolver el enigma de su escritura y las excavaciones en Cnosos le habían proporcionado multitud de tablillas de barro con inscripciones, conservadas gracias a que se cocieron en un incendio"Aún más interesante que las reliquias artísticas es el descubrimiento de las tablillas de barro. Estoy muy satisfecho, puesto que es a lo que vine a Creta", escribió en su diario. A partir de 1905 Evans, instalado en una mansión junto al yacimiento, llamada Villa Ariadna, se dedicó a transcribir y organizar las cerca de 3.000 tablillas que había encontrado y las publicó en una serie de volúmenes titulados Scripta Minoa.
Su nombre quedó asociado para siempre al descubrimiento de la más antigua civilización del Egeo
La primera guerra mundial le obligó a volver a Oxford. Al final del conflicto siguió viajando a Creta, pero cada vez menos; prefería dedicarse a escribir, todavía con una pluma de ave. El 5 de febrero de 1924 cedió Cnosos a la Escuela Británica de Atenas. Por entonces, la prensa se hacía eco de los asombrosos hallazgos en la tumba de Tutankamón y él se sintió relegado. Pero tras su muerte, en 1941, a los noventa años, su nombre quedó asociado para siempre a uno de los mayores descubrimientos de la arqueología: el de la más antigua civilización del Egeo, llamada "minoica" en honor del mítico rey Minos.

Para saber más
El laberinto del Minotauro. Sir Arthur Evans, el arqueólogo del mito. J. A. MacGillivray. Edhasa, Barcelona, 2006.

Κυριακή 3 Ιουνίου 2018

ΑΘΗΝΑ, ΠΑΓΚΟΣΜΙΑ ΠΡΩΤΕΥΟΥΣΑ ΒΙΒΛΙΟΥ 2018


Atenas es Capital Mundial del Libro 2018. A partir del 23 de abril, Día Internacional del Libro, esta ciudad se ha convertido en el centro de la lectura, la cultura y el conocimiento.
Como cada año, la UNESCO y las tres organizaciones internacionales del sector editorial (la Unión Internacional de Editores, la Federación Internacional de Libreros y la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias) eligen una Capital Mundial del Libro, con el objetivo de promover la lectura y la literatura.
Según la UNESCO, Atenas ha sido seleccionada para este año teniendo en cuenta «la calidad de las actividades desplegadas en la capital con el apoyo de la industria del libro», y también por la idea de 
«hacer los libros accesibles a toda la población, incluidos los migrantes y refugiados».


Un programa lleno de actividades
Durante un año, y bajo el lema 
Libros por doquierAtenas se llenará de actividades culturales relacionadas con la lectura. En el programa figuran más de 250 eventos, que incluyen encuentros con escritores, traductores e ilustradores, así como conciertos, exposiciones temáticas o recitales de poesía. 

Ciudades lectoras
Este reconocimiento comenzó en el año 2001 con Madrid. Así, Atenas se convierte en la 18.ª ciudad en ser Capital Mundial del Libro.

• Madrid (2001).
• Alejandría (2002).
• Nueva Delhi (2003).
• Amberes (2004).
• Montreal (2005). 
• Turín (2006). 
• Bogotá (2007). 
• Amsterdam (2008). 
• Beirut (2009).
• Liubliana (2011).
• Ereván (2012).
• Bangkok (2013).
• Port Harcourt (2014).
• Incheon (2015).
• Breslavia (2016).
• Conakry (2017).
Atenas (2018). 


Esta elección se realiza cada 23 de abril. Para la UNESCO, «este día brinda la oportunidad de reflexionar juntos sobre la mejor manera de difundir la cultura escrita y de permitir que todas las personas, hombres, mujeres y niños, accedan a ella, mediante el aprendizaje de la lectura y el apoyo al oficio de la edición, las librerías, las bibliotecas y las escuelas». (cedro.org)


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