La boda de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia, primogénita de los reyes griegos Pablo I y Federica de Hannover, tuvo unos prolegómenos complejos por la situación política de España en los años de la dictadura y las difíciles relaciones de Franco con Juan de Borbón. La intervención de la reina griega fue fundamental en este enlace. Ella fue la que organizó un crucero al que invitó a casi un centenar de personas de las casas reales de Europa. Quería un futuro rey para su hija. En ese crucero se conocieron don Juan Carlos y doña Sofía. Después coincidieron en el matrimonio de los duques de Wurtemberg. Pero no fue hasta 1961 cuando el protocolo de la boda de los duques de Kent asignó a Juan Carlos el lugar de caballero acompañante de doña Sofía. Allí se consolidó su amor.
Pocos meses después se llegó a un acuerdo para el compromiso matrimonial, tras una cena compartida por las dos familias en un hotel de Lausana (Suiza), donde vivía su exilio la reina Victoria Eugenia. El anuncio oficial se hizo por medio de un comunicado difundido en Atenas y Estoril, residencia de don Juan, padre del novio.
En los preparativos hubo que hilar muy fino. Franco quería que la boda se acoplara a sus principios, entre ellos los religiosos. La boda se debía realizar por el rito católico. Los reyes de Grecia exigieron la liturgia ortodoxa. El compromiso final consistió en compaginar las dos ceremonias.
El 14 de mayo de 1962, con un día de sol radiante en Atenas, se celebró la boda en la catedral católica de San Dionisio, engalanada con claveles rojos y amarillos y la asistencia de unos cinco mil monárquicos españoles que se desplazaron a Grecia en dos trasatlánticos. El príncipe Juan Carlos, que vistió uniforme de gala de teniente del Ejército, dijo «Sí, quiero» en castellano y doña Sofía lo hizo en griego: «Ne, zélo». El Gobierno de Franco, a pesar de ocultar el acontecimiento a los medios de comunicación oficiales, estuvo representado. A la puerta de la catedral oficiales españoles de los tres Ejércitos formaron un arco con sus espadas.
Los recién casados, que fueron aclamados por medio millón de atenienses, se dirigieron a la catedral ortodoxa de la Anunciación. En ella el rey Pablo colocó sobre sus cabezas las coronas de oro que se guardan en un museo de Atenas. Más de 140 miembros de 27 casas reales europeas, entre ellos cinco reyes y siete reinas, asistieron como invitados a las 'dos' bodas. Unos días después doña Sofía se convirtió al catolicismo y la pareja fue recibida por el papa Juan XXII. En julio de 1969 don Juan Carlos fue designado sucesor del general Franco en la Jefatura del Estado a título de rey y con el título provisional de Príncipe de España.(diariodenavarra.es)
Pocos meses después se llegó a un acuerdo para el compromiso matrimonial, tras una cena compartida por las dos familias en un hotel de Lausana (Suiza), donde vivía su exilio la reina Victoria Eugenia. El anuncio oficial se hizo por medio de un comunicado difundido en Atenas y Estoril, residencia de don Juan, padre del novio.
En los preparativos hubo que hilar muy fino. Franco quería que la boda se acoplara a sus principios, entre ellos los religiosos. La boda se debía realizar por el rito católico. Los reyes de Grecia exigieron la liturgia ortodoxa. El compromiso final consistió en compaginar las dos ceremonias.
El 14 de mayo de 1962, con un día de sol radiante en Atenas, se celebró la boda en la catedral católica de San Dionisio, engalanada con claveles rojos y amarillos y la asistencia de unos cinco mil monárquicos españoles que se desplazaron a Grecia en dos trasatlánticos. El príncipe Juan Carlos, que vistió uniforme de gala de teniente del Ejército, dijo «Sí, quiero» en castellano y doña Sofía lo hizo en griego: «Ne, zélo». El Gobierno de Franco, a pesar de ocultar el acontecimiento a los medios de comunicación oficiales, estuvo representado. A la puerta de la catedral oficiales españoles de los tres Ejércitos formaron un arco con sus espadas.
Los recién casados, que fueron aclamados por medio millón de atenienses, se dirigieron a la catedral ortodoxa de la Anunciación. En ella el rey Pablo colocó sobre sus cabezas las coronas de oro que se guardan en un museo de Atenas. Más de 140 miembros de 27 casas reales europeas, entre ellos cinco reyes y siete reinas, asistieron como invitados a las 'dos' bodas. Unos días después doña Sofía se convirtió al catolicismo y la pareja fue recibida por el papa Juan XXII. En julio de 1969 don Juan Carlos fue designado sucesor del general Franco en la Jefatura del Estado a título de rey y con el título provisional de Príncipe de España.(diariodenavarra.es)
Sofía se ganó la inquina de muchos griegos, precisamente uno de los días más brillantes de su vida: el de su boda con el futuro Rey Juan Carlos. En 1962, un año en el que gran parte de la población griega se enfrentaba con tremendas dificultades económicas y muchos griegos se veían obligados a emigrar, la reina Federica exigió y finalmente impuso al parlamento votar una ley, según la cual el Estado griego aportaría a la dote de doña Sofía nueve millones de dracmas, una cantidad enorme para aquella época. Sólo la derecha, que tenía mayoría en el parlamento (después de unas elecciones bajo sospecha) votó a favor de la ley, mientras que los partidos de la oposición lo hicieron en contra o se abstuvieron. El 14 de mayo de 1962 se celebraron las bodas en Atenas, una ortodoxa, una católica y otra civil, pero ningún político de la oposición asistió.
A la majestuosa ceremonia de estilo imperial fueron invitados 141 reyes y príncipes de todo el mundo, mientras sólo de España se habían desplazado 3.000 asistentes. La celebración, que también fue pagada con dinero del Estado, costó 75 millones de dracmas según fuentes oficiales del gobierno, aunque varios periódicos extranjeros estimaron que la fiesta costó 2.800.000 dólares de la época.[...]
Para los griegos, Sofía, además de Reina de España, no deja de ser la hermana de Constantino y la hija de Pablo y Federica, una mujer de carácter autoritario y megalómano, que con sus intervenciones provocativas en la vida política griega se ganó la antipatía del mundo político y de los ciudadanos, no sólo del centro y de la izquierda, sino también de parte de la derecha. Aunque hoy en día la opinión de los griegos sobre doña Sofía es más bien neutra (ella nunca desempeñó un papel político), el pasado pecaminoso de su familia y las esporádicas y desafortunadas declaraciones de su hermano hacia el régimen republicano siempre han influido indirectamente sobre ella.(elmundo.es)
A la majestuosa ceremonia de estilo imperial fueron invitados 141 reyes y príncipes de todo el mundo, mientras sólo de España se habían desplazado 3.000 asistentes. La celebración, que también fue pagada con dinero del Estado, costó 75 millones de dracmas según fuentes oficiales del gobierno, aunque varios periódicos extranjeros estimaron que la fiesta costó 2.800.000 dólares de la época.[...]
Para los griegos, Sofía, además de Reina de España, no deja de ser la hermana de Constantino y la hija de Pablo y Federica, una mujer de carácter autoritario y megalómano, que con sus intervenciones provocativas en la vida política griega se ganó la antipatía del mundo político y de los ciudadanos, no sólo del centro y de la izquierda, sino también de parte de la derecha. Aunque hoy en día la opinión de los griegos sobre doña Sofía es más bien neutra (ella nunca desempeñó un papel político), el pasado pecaminoso de su familia y las esporádicas y desafortunadas declaraciones de su hermano hacia el régimen republicano siempre han influido indirectamente sobre ella.(elmundo.es)
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