Durante el siglo XVIII, varios festivales deportivos a pequeña escala a lo largo de Europa se denominaron Juegos Olímpicos Antiguos. El barón Pierre de Coubertin tuvo la idea de revivir los antiguos Juegos Olímpicos, pero en forma de un evento multideportivo e internacional (los antiguos Juegos fueron en cierto modo internacionales, pues varias polis y colonias griegas tuvieron representación, pero sólo se les permitió participar a los hombres libres de origen griego), inspirándose en los juegos organizados por el hombre de negocios Evangelios Zappas en Grecia.
El 18 de junio de 1894, Coubertin organizó un congreso en la Universidad de la Sorbona, en París, para presentar sus planes a los representantes de sociedades deportivas de once países. Después de la aprobación de la idea por parte del congreso, comenzó la elección de una fecha y un lugar. Coubertin sugirió que los Juegos se desarrollasen en 1900, coincidiendo con la Exposición Universal de París, pero como una espera de seis años podía hacer disminuir el interés del público, los miembros del congreso optaron por llevar a cabo los Juegos inaugurales en 1896. El proceso de elección de la sede es todavía un misterio debido a las versiones contradictorias que existen. El 23 de junio de 1894 Demetrius Vikelas propuso oficialmente Atenas y como Grecia fue el lugar donde nacieron los Juegos Olímpicos, la propuesta fue aprobada unánimemente. Vikelas además fue elegido presidente del recién creado Comité Olímpico Internacional.
La noticia de que los Juegos Olímpicos iban a regresar a Grecia fue recibida favorablemente por el público, los medios y la familia real griega. Según Coubertin, "El príncipe heredero Constantino recibió con gran agrado que los Juegos se inaugurasen en Atenas".
Sin embargo, Grecia tenía problemas financieros y había mucha inestabilidad política. El puesto de Primer Ministro había sido alternado entre Charilaos Trikoupis y Theodoros Deligiannis frecuentemente en los últimos años del siglo XIX. Debido a esta inestabilidad política y económica, tanto el primer ministro Trikoupis como Stephanos Dragumis creían que Grecia no podría realizar el evento. A finales de 1894, el comité organizador presentó un informe que afirmaba que el coste sería tres veces mayor a lo estimado originalmente por Coubertin, concluyendo que los Juegos no se realizarían. El costo total de los Juegos era de 3.740.000 dracmas (aproximadamente 448.000 dólares estadounidenses)
Con la perspectiva de revivir las Olimpiadas muy en duda, Coubertin y Vikelas iniciaron una campaña para mantener el Movimiento Olímpico con vida. Sus esfuerzos culminaron el 7 de enero de 1894, cuando Vikelas anunció que el príncipe Constantino asumiría la presidencia del Comité Organizador. Su primera responsabilidad fue la de obtener los fondos necesarios para realizar los Juegos confiando en que el patriotismo del pueblo griego los motivara a financiar el evento. Vikelas y los demás griegos hicieron casi todo el trabajo, en el que Coubertin tuvo muy poca participación. El entusiasmo de Constantino encendió una ola de contribuciones del público griego y los primeros esfuerzos consiguieron 330.000 dracmas. Se emitió una edición especial de sellos postales, consiguiendo 400.000 dracmas en ventas, y con la venta de boletos se obtuvieron 200.000 dracmas adicionales. Y a petición de Constantino, el hombre de negocios griego George Averoff accedió a pagar la restauración del Panathinaiko, donando cerca de un millón de dracmas para este proyecto.6 Como tributo por su generosidad fue construida una estatua de Averoff, presentada el 5 de abril de 1896 en las afueras del estadio, dónde aún continúa.
Muchos de los atletas que participaron en los Juegos estaban de vacaciones o por motivos laborales en Atenas cuando estos se celebraron (p. ej. algunos competidores británicos trabajaban para la Embajada Británica). No se designó una Villa Olímpica para los atletas hasta los Juegos Olímpicos de 1932, por lo que los atletas debían costearse sus gastos.
Los Juegos fueron un éxito; participaron catorce países y 241 atletas. Después de su finalización, el barón de Coubertin propuso que se rotaran por todo el mundo. Esta idea no fue del agrado de los organizadores griegos que habían imaginado una cita mundial en Atenas cada cuatro años, pero permitió que la tradición iniciada con estos Juegos continuara hasta la actualidad.
La primera regulación votada por el COI en 1894 fue permitir únicamente la participación de atletas amateur en los Juegos. Se ha dicho que Coubertin usó esta restricción únicamente por consideraciones tácticas, para conseguir la reintroducción de los Juegos de manera más rápida. Las reglas y regulaciones de los deportes no eran uniformes, así que el Comité Organizador tuvo que elegir entre los códigos de las diferentes asociaciones atléticas nacionales. El jurado, los árbitros y el director de juego tenían los mismos nombres que en la antigüedad (Ephor, Helanodic y Alitarc). El rey Jorge I de Grecia actuó como árbitro final y según Coubertin, "su presencia dio peso y autoridad a las decisiones de los jueces". (es.wikipedia.org)
El 18 de junio de 1894, Coubertin organizó un congreso en la Universidad de la Sorbona, en París, para presentar sus planes a los representantes de sociedades deportivas de once países. Después de la aprobación de la idea por parte del congreso, comenzó la elección de una fecha y un lugar. Coubertin sugirió que los Juegos se desarrollasen en 1900, coincidiendo con la Exposición Universal de París, pero como una espera de seis años podía hacer disminuir el interés del público, los miembros del congreso optaron por llevar a cabo los Juegos inaugurales en 1896. El proceso de elección de la sede es todavía un misterio debido a las versiones contradictorias que existen. El 23 de junio de 1894 Demetrius Vikelas propuso oficialmente Atenas y como Grecia fue el lugar donde nacieron los Juegos Olímpicos, la propuesta fue aprobada unánimemente. Vikelas además fue elegido presidente del recién creado Comité Olímpico Internacional.
La noticia de que los Juegos Olímpicos iban a regresar a Grecia fue recibida favorablemente por el público, los medios y la familia real griega. Según Coubertin, "El príncipe heredero Constantino recibió con gran agrado que los Juegos se inaugurasen en Atenas".
Sin embargo, Grecia tenía problemas financieros y había mucha inestabilidad política. El puesto de Primer Ministro había sido alternado entre Charilaos Trikoupis y Theodoros Deligiannis frecuentemente en los últimos años del siglo XIX. Debido a esta inestabilidad política y económica, tanto el primer ministro Trikoupis como Stephanos Dragumis creían que Grecia no podría realizar el evento. A finales de 1894, el comité organizador presentó un informe que afirmaba que el coste sería tres veces mayor a lo estimado originalmente por Coubertin, concluyendo que los Juegos no se realizarían. El costo total de los Juegos era de 3.740.000 dracmas (aproximadamente 448.000 dólares estadounidenses)
Con la perspectiva de revivir las Olimpiadas muy en duda, Coubertin y Vikelas iniciaron una campaña para mantener el Movimiento Olímpico con vida. Sus esfuerzos culminaron el 7 de enero de 1894, cuando Vikelas anunció que el príncipe Constantino asumiría la presidencia del Comité Organizador. Su primera responsabilidad fue la de obtener los fondos necesarios para realizar los Juegos confiando en que el patriotismo del pueblo griego los motivara a financiar el evento. Vikelas y los demás griegos hicieron casi todo el trabajo, en el que Coubertin tuvo muy poca participación. El entusiasmo de Constantino encendió una ola de contribuciones del público griego y los primeros esfuerzos consiguieron 330.000 dracmas. Se emitió una edición especial de sellos postales, consiguiendo 400.000 dracmas en ventas, y con la venta de boletos se obtuvieron 200.000 dracmas adicionales. Y a petición de Constantino, el hombre de negocios griego George Averoff accedió a pagar la restauración del Panathinaiko, donando cerca de un millón de dracmas para este proyecto.6 Como tributo por su generosidad fue construida una estatua de Averoff, presentada el 5 de abril de 1896 en las afueras del estadio, dónde aún continúa.
Muchos de los atletas que participaron en los Juegos estaban de vacaciones o por motivos laborales en Atenas cuando estos se celebraron (p. ej. algunos competidores británicos trabajaban para la Embajada Británica). No se designó una Villa Olímpica para los atletas hasta los Juegos Olímpicos de 1932, por lo que los atletas debían costearse sus gastos.
Los Juegos fueron un éxito; participaron catorce países y 241 atletas. Después de su finalización, el barón de Coubertin propuso que se rotaran por todo el mundo. Esta idea no fue del agrado de los organizadores griegos que habían imaginado una cita mundial en Atenas cada cuatro años, pero permitió que la tradición iniciada con estos Juegos continuara hasta la actualidad.
La primera regulación votada por el COI en 1894 fue permitir únicamente la participación de atletas amateur en los Juegos. Se ha dicho que Coubertin usó esta restricción únicamente por consideraciones tácticas, para conseguir la reintroducción de los Juegos de manera más rápida. Las reglas y regulaciones de los deportes no eran uniformes, así que el Comité Organizador tuvo que elegir entre los códigos de las diferentes asociaciones atléticas nacionales. El jurado, los árbitros y el director de juego tenían los mismos nombres que en la antigüedad (Ephor, Helanodic y Alitarc). El rey Jorge I de Grecia actuó como árbitro final y según Coubertin, "su presencia dio peso y autoridad a las decisiones de los jueces". (es.wikipedia.org)
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