Δευτέρα 29 Σεπτεμβρίου 2014

ΑΛΕΞΑΝΔΡΟΙ

Óleo de la victoria de Alejandro Magno sobre Alejandría pintado por el maestro de San Miniato en la segunda mitad del siglo XV
No es fácil, a tanta distancia y tras tanto mito y rumor legendario, aceptar una única imagen de Alejandro; múltiples son los retratos y divergentes las interpretaciones. Lo eran entre los autores antiguos, lo son aún más entre los modernos. Como destaca Cartledge, late tras los fulgores de su biografía un persistente enigma: "¿Qué clase de hombre era, en la medida en que era un hombre (y no un dios o un héroe)? ¿Era el sensato Alejandro de Ulrich Wilcken?, ¿el caballeresco y visionario Alejandro de William Woodthorpe Tarn?, ¿el titánico y hitleriano Alejandro de Fritz Schachermeyr?, ¿el homérico héroe de Robin Lane Fox? ¿o el amoral y pragmático sin escrúpulos Alejandro de Ernst Badian y Brian Bosworth? ¿O no era ninguno de ellos, o algo de todos, o de algunos de estos? Faites vos jeux, mesdames et messieurs".
Sería fácil, y superfluo, añadir nombres a la lista. Pero, simplificando mucho la cuestión, se pueden distinguir dos tendencias: la apologética de quienes magnifican la juvenil figura del conquistador macedonio como el inspirado y audaz creador de un nuevo mundo, un imperio universal de amplios horizontes, y otra, más rigurosa y escéptica, que destaca los terribles costes humanos de la conquista del imperio y la ambición tiránica y el talante a la postre despótico del monarca macedonio. En esa línea, estudiosos más críticos (Badian, Bosworth, A. R. Burn, Peter Green, Roger Caratini, etcétera) reconocen el genio militar de Alejandro, pero discuten su magnánimo carácter y su perspectiva política. (Y no falta algún extremista que lo trata de alcohólico belicoso o paranoico con fortuna). La biografía de Lane Fox, en cambio, se sitúa claramente en la de los admiradores sin reserva del gran conquistador como héroe romántico, impulsado por su pothos, su anhelo infinito, línea que viene del prusiano Johann G. Droysen (1833), y que se continúa con libros espléndidos como los de William Woodthorpe Tarn (1979) y Nicholas G. Hammond (1989).
El texto de Lane Fox (1973) presenta a Alejandro como el último héroe clásico, joven y homérico, émulo de Aquiles y de Heracles, un combatiente de increíble audacia siempre en primera línea y a la par un estratego genial, y un explorador ansioso por alcanzar los confines del mundo. Con vibrante estilo, la narración sigue su itinerario y describe sus gestas, comentando los textos con agudeza y describiendo con gran precisión tanto las grandes batallas como los paisajes del itinerario alejandrino. Como, por ejemplo, la marcha por el desierto libio hacia el oasis de Siwa o el paso del escarpado Hindu Kush. Tiene un cierto aire de Heródoto cuando nos habla de las nuevas plantas y los pueblos exóticos, o de los usos bélicos de los elefantes, la nueva arma de guerra en el camino a la India. Examina críticamente todos los testimonios históricos y evoca muy bien los datos geográficos, y recuerda a otros viajeros por tierras asiáticas. Por su vivaz narración y su riqueza de detalles esta biografía conserva aún, treinta años después, todo su juvenil encanto, y sugiere por qué Oliver Stone tuvo a Lane Fox como asesor en su filme de aire épico. Las precisas notas finales acreditan su sólida erudición.
Paul Cartledge se distancia del tono novelesco de Lane Fox e intenta lograr un equilibrio crítico entre las dos líneas mencionadas. Sin un perfil romántico y sin ningún gran ideal filantrópico, su Alejandro es un fogoso caudillo macedonio de desenfrenada ambición, atento a su gloria personal, amante del poder absoluto, desdeñoso de los griegos, arrogante y audaz con exceso, despiadado o generoso según sus conveniencias, y un genio indiscutible de la guerra (tanto en las grandes batallas como en los asedios más arduos), invicto por su buena fortuna. Con el pretexto de vengar a los griegos atacó a los persas, se libró pronto de quienes se oponían a sus planes y se convirtió en el heredero del trono persa con toda su pompa asiática, reclamando para sí honores divinos. Su muerte en Babilonia truncó su meteórica gloria. Luego lo envolvió la leyenda, que mitificaba su figura en un mundo que él conquistó para el helenismo a través de nuevas ciudades. Paul Cartledge, catedrático en Cambridge, ha escrito un texto perspicaz y ameno, y no sólo para lectores académicos, atento a los recientes datos arqueológicos y a los estudios últimos, con fina crítica y un estilo brillante. (Esos méritos tiene también su reciente Termópilas, Ariel, 2007).
Las crónicas cercanas y los relatos de quienes lo conocieron y siguieron se nos han perdido. Las más antiguas biografías de Alejandro llegan desde tres o cuatro siglos después de su muerte. Y ya entonces se mezclaba la historia y la leyenda. De modo que muchos autores actuales prefieren hablar también del mito de Alejandro cuando enfocan su biografía. Valgan como ejemplos el libro de Claude Mossé, Alejandro Magno. El destino de un mito (Espasa Calpe, 1994), o el de Antonio Guzmán Guerra y Francisco Javier Gómez Espelosín, Alejandro Magno, de la historia al mito (Alianza, 1997). No sorprende que una figura tan extraordinaria, un héroe que a los veinte años era rey de Macedonia y a los treinta llegó invencible hasta el Indo tras conquistar un inmenso imperio, y apenas tres años después murió de pronto en Babilonia, y tuvo tumba y templo como un dios en Alejandría, diera lugar no sólo a diversos relatos históricos, sino a un montón de fantásticas leyendas. A su ansia de gloria le faltó un Homero, pero chispas de su esplendor prendieron en el mito popular. De todo ese largo conjunto de relatos en torno a Alejandro y su saga legendaria se ocupa el reciente libro de Gómez Espelosín, que analiza la imagen y las gestas del gran macedonio desde los textos antiguos a los ecos modernos en las novelas y en el cine. Lo hace con su habitual rigor crítico y amena prosa, en diez sugerentes capítulos, seguidos de notas de bibliografía claras y actualizadas. Los libros sobre Alejandro suelen concluir con un capítulo sobre sus leyendas y su legado. Éste es, en mi opinión, el más completo en su panorámica y el que mejor recoge los últimos estudios.
El libro de Nicholas J. Saunders se titula en inglés Alexander's tomb y trata sólo de ese tema: la tumba de Alejandro. Pero lo hace con una magnífica y completa perspectiva, desde su comienzo, que evoca la muerte del gran monarca en Babilonia, las disputas por su féretro y el traslado de su cadáver a Menfis y luego a Alejandría por un audaz golpe de mano de Tolomeo, y la erección allí de su fastuosa tumba hasta la misteriosa desaparición de cuerpo y tumba seis siglos después. Nada queda del fastuoso mausoleo (Sema) que albergaba su cuerpo momificado, envuelto en purpúreo manto y ataúd de oro, que fue meta de peregrinación para sus admiradores durante siglos -allí lo visitaron César, Augusto, Adriano y Caracalla-. Muchos lo han buscado en el subsuelo y las ruinas de la ciudad en vano. Ninguno de los que lo visitaron lo describe, pero acaso dejó sus reflejos en los redondos mausoleos romanos de Augusto y de Adriano. Fue emblema de Alejandría y su más oscuro misterio. Desapareció por los mismos años en que, a sugerencias de Constantino, los cristianos encontraban el sepulcro de Cristo en Jerusalén. Extraña coincidencia. "Decidme, ¿dónde está la tumba de Alejandro?", clamaba, con júbilo, el pío Juan Crisóstomo a fines del siglo IV. ¿Quién se llevó su momia? ¿La albergó algún tiempo el sepulcro de Nectanebo II? La historia que cuenta Saunders, y cuenta muy bien, es interesantísima, y se deja leer como un estupendo texto novelesco. Relata con detalle periodístico los más recientes intentos arqueológicos de hallar el famoso sepulcro -en el oasis de Siwa o en Macedonia-, todos ellos fracasados. Un afán quimérico sigue flotando en esa búsqueda peregrina. Aún persiste el empeño, tal vez porque, escribe Saunders, "tanto muerto como vivo, Alejandro representa la inquietud del espíritu humano". En su aspecto más heroico, como lo supo el mito.
Abundan las ficciones novelescas modernas sobre Alejandro. (Las más notables pueden verse bien comentadas por Gómez Espelosín). Novelas como las de Klaus Mann, Mary Renault, Valerio Manfredi, Gisbert Haefs han recreado con sus luces y sombras, y con notable éxito, su fascinante y heroica figura. Ahora vuelve a novelarla con ágil prosa José Ángel Mañas en El secreto del oráculo (Destino, 2007).
En fin, las novelas históricas prolongan una tradición de muchos siglos. Recontar las hazañas y el destino trágico del héroe que quiso ser un último dios es una tentación de lejanos precursores. Recordemos no sólo al pintoresco Pseudo Calístenes, que cinco siglos después de su muerte escribió la primera Novela de Alejandro, de inigualable éxito, sino, como más próximo, al estupendo poeta castellano de nuestro Libro de Alexandre, redactado a comienzos del siglo XIII, por las mismas fechas en que en Persia el gran poeta Nizami componía el más extenso libro de igual título: el Iskandarname. El rastro histórico y mítico de Alejandro, probado está, aún nos fascina.  
Carlos García Gual (elpais.com, 2008)

Σάββατο 27 Σεπτεμβρίου 2014

Ο ΤΑΦΟΣ ΤΗΣ ΑΜΦΙΠΟΛΗΣ - 8

Visitantes en el Museo Aequeológico de Anfípolis, en el norte de Grecia. Después de los descubrimientos aproximadamente 400 personas visitan el museo cada día.

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Los arqueólogos que están realizando excavaciones en la región griega de Macedonia que han suscitado gran expectativa, ante la posibilidad de que se descubran los restos de algún allegado a Alejandro Magno, anunciaron que terminarán sus trabajos “dentro de un mes”.
“Según la arqueóloga que dirige el proyecto, Katerina Peristeri, la búsqueda se terminará dentro de un mes”, indicó la portavoz del ministerio de Cultura Anna Panayiotarea en rueda de prensa en el lugar de las excavaciones.
La visita del primer ministro griego Antonis Samaras en agosto pasado a las excavaciones en Anfípolis intensificaron las especulaciones sobre lo que podría encontrarse dentro del impresionante túmulo, situado a unos 100 km al este de Salónica.
Las excavaciones llevan ya varios años, y llegaron a estar interrumpidas un tiempo por falta de dinero, a causa de la crisis económica que atraviesa el país.
Con sus bosques, sus lagos, sus ríos y sus minas de oro y plata, la región de Macedonia fue el corazón del reino de Alejandro Magno, que vivió del 356 al 323 antes de nuestra era.
La gran pregunta es qué personalidad podría estar enterrada desde hace 2,500 años bajo una colina de tres metros de altura protegida por un recinto de cerca de 500 metros, hecho con mármol traído de la cercana isla de Thasos.
Las hipótesis apuntan a Roxana, la esposa persa de Alejandro, pero también a su madre Olimpia, o a uno de sus compañeros y generales.
Nacido en la antigua Pella e instruido por Aristóteles hasta los 16 años, Alejandro III de Macedonia había formado a los 30 años uno de los mayores imperios del mundo antiguo, desde el mar Jónico hasta el Himalaya.
En 1977, en Vergina, al oeste de Tesalónica, se descubrió la tumba intacta de Filipo II, su padre.
Según los arqueólogos, la posibilidad de que la tumba de Anfípolis sea de la Alejandro es casi nula. Después de su fallecimiento a los 32 años de edad en Babilonia, su cadáver habría sido inhumado en Alejandría, Egipto, sin que ninguna excavación haya llegado a confirmarlo nunca. (AFP, 27/9/2014)

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Τετάρτη 24 Σεπτεμβρίου 2014

Ο ΤΑΦΟΣ ΤΗΣ ΑΜΦΙΠΟΛΗΣ - 7

La fascinación por la misteriosa tumba de la era de Alejandro Magno
Giorgos Christides Especial para BBC, Anfípolis, Grecia (23/9/2014) 
¿A qué ilustre personalidad del mundo antiguo protegen estos guardianes de piedra? El descubrimiento de una enorme tumba en el norte de Grecia ha fascinado a todo el mundo. ¿Quién está enterrado allí?, se preguntan.
 A principios de agosto, un equipo de arqueólogos griegos liderados por Katerina Peristeri desenterró lo que las autoridades dicen que es el lugar de enterramiento más grande descubierto en el país. Y data de la época de Alejandro Magno. El sepulcro está en la antigua Anfípolis, una importante ciudad del reino de Macedonia, 100 km al este de Tesalónica, la segunda ciudad de Grecia. Su estructura se remonta a finales del siglo IV antes de Cristo y tiene 500m de ancho, más grande que la tumba del padre de Alejandro, Felipe II, ubicada en Vergina, al oeste de Tesalónica. 
"Estamos observando con asombro y con profunda emoción la excavación en Anfípolis", le asegura a la BBC Konstantinos Tasoulas, ministro de cultura de Grecia. "Se trata de un monumento funerario de dimensiones únicas e impresionante maestría artística. Los más bellos secretos se esconden justo debajo de nuestros pies". 
Dentro de la tumba, los arqueólogos descubrieron dos magníficas cariátides. Cada una de las figuras femeninas esculpidas tiene un brazo extendido, presumiblemente para disuadir a los intrusos e impedir que entren a la cámara principal de la tumba. Y sus contrapartes modernas están sentadas en un auto policial, unos 200m de la entrada de la tumba. La excavación está protegida las 24 horas por dos policías. Su misión es mantener alejadas a las decenas de periodistas y turistas que llegan aquí por un sinuoso camino de tierra desde la aldea más cercana, Mesolakkia. Y por si no queda claro, una imponente señal de "No entrar" sirve para el mismo propósito. 
El equipo de excavación no ha hecho ninguna declaración sobre la identidad del ocupante de la tumba. Pero eso no ha impedido que los medios de comunicación, los arqueólogos y la gente común y corriente ya hagan sus apuestas. Los arqueólogos coinciden en que la magnificencia de la tumba significa que fue construida para una persona prominente, tal vez un familiar directo de Alejandro Magno. Quizás su madre, Olimpia, o su mujer, Roxana, o algún noble macedonio. Otros dicen que podría ser un cenotafio. Pero sólo el equipo de excavación puede dar respuestas definitivas. Y el progreso ha sido lento, ya que los trabajadores descubrieron una tercera cámara que corre peligro de colapsar. Magno candidato Los expertos no han llegado a un veredicto. 
Pero para los pocos cientos de habitantes de Anfípoli y Mesolakkia, los dos pueblos más cercanos al lugar de la excavación, no hay duda: dentro de la imponente tumba con paredes de mármol que yace a pocos metros de sus casas, no puede haber otro que Alejandro Magno.
"Sólo Alejandro amerita un monumento semejante", dice Antonis Papadopoulos, un agricultor de 61 años, mientras se toma un café en una taberna frente al museo arqueológico de Anfípoli. "La magnitud y la opulencia de esta tumba es única. El sentido común dice que es él quien está sepultado allí". 
Los arqueólogos y el ministerio de cultura griego advierten en cambio que esta es sólo una especulación, especialmente porque se cree que Alejandro Magno fue enterrado en Egipto. "Estamos naturalmente ansiosos por conocer la identidad del ocupante de la tumba, pero eso será revelado a su debido tiempo por los excavadores", dice el ministro Tasoulas. El descubrimiento, fruto de dos años de excavaciones, fue anunciado durante una visita de Antonis Samaras, primer ministro griego, que se acercó al sitio el mes pasado y lo describió como "muy importante". 
Desde aquel anuncio, Anfípoli y Mesolakkia se han llenado de gente, con un bullicio que irrumpe en el ritmo lento y tranquilo de la vida de pueblo. "Periodistas y visitantes de repente comenzaron a llegar de toda Grecia y del exterior. Solíamos caminar por el sitio todos los días, al trabajar en el campo", dice Athanasios Zournatzis, líder de la comunidad de Mesolakkia. "Sabíamos que había algo allí, pero no esperábamos la magnitud de este descubrimiento". Una pareja de belgas que pasa por allí me cuenta que viajó hasta aquí después de leer sobre la tumba en el periódico.
El hallazgo ha despertado una ola de orgullo y patriotismo griego, quitando protagonismo, por lo menos temporalmente, a los apuros económicos. En Mesolakkia, el punto de encuentro de periodistas y viajeros es un tradicional kafenio, o café, con un gran plátano cuya sombra protege del cálido sol de septiembre. Zournatzis dice que los pobladores esperan "haberse ganado la lotería". El padre Konstantinos, un cura de 92 años, dice estar atento a los acontecimientos y "compartir el entusiasmo". Los residentes locales cuentan que ya han recibido ofertas para vender sus tierras, pero muchos quieren esperar hasta que los arqueólogos hagan el anuncio oficial. 
"Antes del descubrimiento, aquí el terreno no valía casi nada. Pero ahora nadie vende", dice Menia Kyriakou, habitante de Mesolakkia. Un grupo de mujeres que toman café en una mesa cercana explica que no es tan fácil enterarse de los últimas noticias sobre la tumba. Eleni Tzimoka, quien recientemente regresó al pueblo desde Tesalónica, dice que ellas están esperando en el café que la compañía de telefonía instale una conexión a internet. "Sabemos que la historia de la tumba es grande, pero sin acceso a la red, es difícil mantenerse al día". 
Quién fue Alejandro Magno 
Nació en el año 356 a.C. en Pella, hijo de Filipo II de Macedonia y Olimpia, y fue educado por Aristóteles Se convirtió en rey del antigüo reino griego de Macedonia a la edad de 20 años Tras sus victorias militares en los territorios persas de Asia Menor, Siria y Egipto, fue "gran rey" de Persia a los 25 años Fundó 70 ciudades y un imperio que se extendió hasta la región de Punyab, en el noroeste de India Murió en el año 323 a.C. en Babilonia, víctima de la fiebre

Δευτέρα 22 Σεπτεμβρίου 2014

Ο ΤΑΦΟΣ ΤΗΣ ΑΜΦΙΠΟΛΗΣ - 6


Las dos cariátides de la tumba de Anfípolis totalmente excavadas


Σάββατο 20 Σεπτεμβρίου 2014

Ο ΑΝΕΞΑΝΤΛΗΤΟΣ ΜΥΘΟΣ ΤΟΥ Μ. ΑΛΕΞΑΝΔΡΟΥ

El mito inagotable de Alejandro

Por fin voy a visitar la tierra natal de Alejandro Magno. Conviví estrechamente con él durante un tiempo, mientras leía un libro tras otro sobre su vida. Apenas transcurridos unos años de su muerte, el rey se había convertido ya en un personaje literario, un mito, una serie de mitos sucesivos. Pero hoy quiero encontrar al hombre detrás del mito. Me he propuesto rastrear las huellas del niño y del joven en los lugares donde transcurrieron los primeros 20 años de su vida.
Hemos alquilado un pequeño coche, el sol brilla con fuerza y las carreteras están vacías. Siempre imaginé este país de otra manera. Quizá más agreste, más grandioso. Un indicador nos dice que estamos llegando a Pella. Éste es el lugar donde Filipo tuvo su corte y donde nació el más famoso de sus hijos, destinado a ser mucho más grande que él, mucho más grande que cualquier otro.
Plutarco cuenta que el nacimiento de Alejandro fue precedido por visiones y prodigios. Tuvo lugar en el mes de Hecatombeón, que los antiguos macedonios llamaban Loo y nosotros agosto, y coincidió con aquel incendio que destruyó el famoso templo de la diosa Ártemis en Éfeso, una de las siete maravillas del mundo antiguo. A menudo imaginamos la antigüedad como una época de maravillas. Hoy, al entrar en el recinto arqueológico de Pella, me cuesta trabajo concebir que aquí pudiera ocurrir nada extraordinario. Un perro flaco trisca entre los matojos y las máquinas de labranza ronronean en los campos vecinos. De lo que un día fue una gran ciudad, quedan sólo unas cuantas columnas en pie. Intento imaginar a Alejandro recorriendo este paraje, quizá recostándose sobre aquella solitaria columna. Pero la imaginación no parece obedecerme. Lo primero que vemos al entrar en el pequeño museo es una cabeza de Alejandro representado como un joven efebo. Le falta la nariz, pero por lo demás es idéntica a docenas de otras que he visto en museos e ilustraciones. Alejandro fue uno de los primeros gobernantes que se preocuparon por su imagen pública. Tuvo sus propios escultores y pintores de corte, quienes reprodujeron siempre el mismo retrato. Todas las imágenes de Alejandro son la misma. No muestran a un hombre, sino a un ideal, un dios. Nunca conoceremos su apariencia real, ni siquiera aquí, tan cerca del lugar donde nació.
En un rincón del museo encuentro una hermosa figura ecuestre. Tanto el jinete como su montura están mutilados. Pienso en las docenas de heridas que Alejandro recibió en batalla. Con toda seguridad, las heridas precipitaron la muerte del rey, que ocurrió en Babilonia cuando tenía sólo 32 años. Alejandro nunca volvió a Macedonia. Dicen que él siempre miraba hacia delante, impaciente por descubrir qué había más allá.
Vergina está sólo a 20 o 25 kilómetros. En la antigüedad se llamaba Aigai y era la ciudad sagrada de los macedonios, el lugar donde coronaban y enterraban a sus reyes. Hoy es un centro de atracción turística. La gente acude en manadas a visitar el museo y las tumbas reales que el arqueólogo Andronikos excavó en los setenta. Una de ellas es la del propio Filipo.
Lo primero que encontramos es el antiguo teatro de la ciudad. Al pie de la colina hay un círculo delimitado por bloques de piedra. Aquí estuvo la orquesta del teatro. En el lugar donde se levantó la escena han plantado unos olivos. Detrás, la gran llanura de Macedonia. Filipo iba a celebrar aquí sus esponsales. Dicen que invitó a los representantes de todas las ciudades helenas para jactarse ante ellos de su poder. Pero, tan pronto como el rey apareció delante de sus invitados, el jefe de su guardia personal le asestó una puñalada en el pecho. Era el momento de mayor gloria de Filipo. Pero ahora agoniza en los brazos de Alejandro. Me sitúo en el sitio exacto donde el rey fue asesinado y les pido a mis compañeros que me hagan una fotografía.
Seguimos subiendo por la colina y hallamos dos tumbas encontradas en las primeras excavaciones. Las tumbas de los nobles macedonios eran como pequeños templos; las losas que las sellaban tenían forma de puerta. Quizá creían que así la muerte los convertiría en dioses. La inmortalidad siempre fue una recompensa apetecible. Alejandro la persiguió durante toda su vida.
En lo alto de la colina están las ruinas del antiguo palacio de Aigai. La vista es muy hermosa y no puedo pensar en un lugar mejor donde construir una residencia real. Debió de ser un edificio imponente. Tan es así que el palacio pervivió en el recuerdo mucho después de que el tiempo hubiera sepultado la última de sus piedras. El paraje siempre se llamó Palatitsa (el pequeño palacio), y así fue como los modernos arqueólogos supieron dónde hundir sus picos.
Son casi las cinco cuando descendemos de la colina y nos encaminamos hacia el museo. Hay tiendas de recuerdos a ambos lados. La famosa efigie de Alejandro con los cuernos del dios egipcio Amón se multiplica en llaveros y medallas. También el llamado Sol de Vergina, una estrella de 16 puntas que adornaba el cofre con los restos de Filipo. Hoy es el símbolo nacional de los macedonios.
El museo es una construcción subterránea, una especie de gran madriguera de conejo sobre la que se volvió a erigir el túmulo que ocultó las tumbas reales durante siglos. La iluminación en el interior es tenue, como corresponde a un lugar sagrado. Hablamos en susurros y nos movemos furtivamente, sintiéndonos casi profanadores de tumbas. Vemos suntuosas ofrendas de oro y de plata expuestas en vitrinas. También las diminutas tallas de marfil que representan a Filipo y a su familia. En el centro está el cofre dorado con el sol de Vergina. Me sorprendo al comprobar que es mucho más grande de lo que yo pensaba. Los huesos guardados dentro de él le revelaron al arqueólogo Andronikos que su excavación había dado justo en el blanco. Una tibia más corta que la otra, la órbita destrozada del ojo derecho. Son nuestros defectos y no nuestras cualidades los que nos representan, incluso después de muertos. Estoy impaciente por ver la tumba de Filipo. El corazón me late deprisa cuando entro. Estoy solo y la tumba está allá abajo, al pie de una grada o escalera. Desciendo lentamente para poder reparar en los detalles. La pesada puerta de mármol flanqueada por dos pilares, los triglifos en un brillante tono de azul, el friso cuarteado, pero en el que todavía es posible distinguir una escena de caza. El joven Alejandro monta sobre Bucéfalo y se dispone a alancear un jabalí. La penumbra. El silencio. El aire vibra con el poder de la ficción.
¿Lo puedes ver?
Claro que lo puedes ver. Tantas veces lo has imaginado.
Anoche, el cadáver de Filipo ardió sobre la pira. Alejandro se había rasurado su hermosa melena en señal de duelo y los rubios cabellos se consumían entre las llamas. Parecía tan joven, tan desvalido... Después el ejército se reunió para elegir al nuevo rey. El nombre de Alejandro fue coreado con tal ardor que las montañas, aunque lejanas, devolvieron los ecos. Sólo tiene 20 años. Pero ahora, a la mañana siguiente, Alejandro ya no parece un muchacho. Ha pasado la noche velando los restos de su padre dentro de la tumba. En estos momentos la abandona para que los esclavos puedan fijar la pesada losa, que se desliza hasta su lugar con un chirrido, Alejandro espera mientras sellan la entrada. Lo miras mientras los primeros rayos del sol iluminan la tumba. Y sabes lo que piensa. Piensa que los hombres no alcanzan la edad adulta hasta ese día atroz en que ven morir a sus padres. Al cabo de un rato, Alejandro se yergue y se aleja con paso firme. Las huellas de sus sandalias han quedado impresas sobre la tierra y sabes que también tú puedes marcharte.

Eloy M. Cebrián (Albacete, 1963), autor de Memorias de Bucéfalo (elpais.es, 2004)


Πέμπτη 18 Σεπτεμβρίου 2014

ΕΠΙΣΤΡΟΦΗ ΣΤΗΝ ΠΑΤΡΙΔΑ - 1


Las autoridades de Nueva York devolvieron al Gobierno griego cinco monedas del siglo V antes de Cristo que un coleccionista estadounidense intentó vender ilegalmente hace dos años en la ciudad. 
Las monedas fueron recuperados después de la detención en 2012 de un coleccionista de Rhode Island que intentó venderlas a un agente encubierto durante una subasta celebrada en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York. 
Cuatro de las monedas devueltas son estateros de platas acuñadas entre el siglo V y el siglo III antes de Cristo en Tebas, Dicas y Lócrida, y un decadrama de plata del siglo III antes de Cristo acuñado en Eubea. 
"Como representantes de la democracia más antigua del mundo, estas monedas tienen un valor incalculable", afirmó el fiscal Vance tras devolver las monedas, que serán expuestas al público en el Museo Numismático de Atenas una vez que vuelvan a Grecia. 


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Alemania devolverá a Grecia varios miles de fragmentos de cerámica del Neolítico robadas por los nazis durante la II Guerra Mundial en la región de Tesalia.
Se trata de unas 8,000 piezas que se encuentran en el Pfahlbaumuseum y que fueron sustraídas por los alemanes en 1941 durante excavaciones ilegales en las cercanías de Velestino, en el centro de Grecia.
El Pfahlbaumuseum es un museo al aire libre en Unteruhldinenge, a orillas del Lago de Constanza (sur de Alemania), en el que se muestran reconstrucciones de palafitos del Neolítico y de la Edad de Bronce.
La dirección general de Antigüedades del Ministerio de Exteriores de Grecia lleva años recopilando información sobre objetos sustraídos ilegalmente durante la ocupación alemana y su devolución es una de las demandas que este país ha formulado como parte de las reparaciones de guerra.
Los Ministerios de Cultura y de Exteriores trabajan en la creación de una red internacional de cooperación y firmaron un acuerdo bilateral para la protección de bienes culturales y contra el contrabando con países como Estados Unidos, Suiza, China y Turquía.
Gracias a estos acuerdos, entre 2009 y 2012 se lograron repatriar 278 bienes culturales griegos y material óseo de valor arqueológico.

Τρίτη 16 Σεπτεμβρίου 2014

ΤΟ "ΝΕΟ ΜΟΥΣΕΙΟ ΤΗΣ ΑΚΡΟΠΟΛΗΣ" 8ο ΚΑΛΥΤΕΡΟ ΣΤΟΝ ΚΟΣΜΟ


A través del concurso de TripAdvisor 'Travellers Choice Atracciones' para museos 2014 cuyos ganadores han sido presentados este martes, se ha identificado un ranking mundial de 25 museos entre Asia, Canadá, Europa, América del Sur, el Pacífico Sur, el Reino Unido y Estados Unidos.
Los premios 'Travellers Choice Atracciones' galardonan los puntos turísticos más importantes de todo el mundo sobre la base de millones de comentarios y opiniones de los viajeros de TripAdvisor. Los ganadores han sido determinados utilizando un algoritmo que tiene en cuenta la cantidad y la calidad de los comentarios para los museos de todo el mundo, durante un período de 12 meses.

1. Art Institute of Chicago
2. National Museum of Anthropology (Museo Nacional de Antropologia), Mexico City
3. State Hermitage Museum and Winter Palace, St. Petersburg, Russia
4. The Getty Center, Los Angeles
5. Galleria dell’Accademia/Statue of David, Florence, Italy
6. Musee d’Orsay, Paris
7. The Metropolitan Museum of Art, New York
8. The Acropolis Museum, Athens, Greece
9. Prado Museum, Madrid
10. Yad Vashem Holocaust Memorial, Jerusalem
http://www.tripadvisor.com/TravelersChoice-Attractions-cMuseums-g1

Παρασκευή 12 Σεπτεμβρίου 2014

Ο ΤΑΦΟΣ ΤΗΣ ΑΜΦΙΠΟΛΗΣ - 5

 

Nuevas y sorprendentes imágenes de la misteriosa tumba de Anfípolis, situada al norte de Grecia, en la región de Macedonia, y que puede contener los restos de uno o varios personajes insignes de la antigua aristocracia macedonia. El Ministerio de Cultura de Grecia ha difundido unas imágenes que muestran a las dos cariátides excavadas casi en su totalidad, además de unos marcos de mármol correspondientes a la supuesta entrada de la cámara principal. En los próximos días, el equipo multidisciplinar de arqueólogos tratará de acceder al interior de la misma. La retirada de los escombros que obstruían la antecámara ha revelado los cuerpos perfectamente esculpidos de las cariátides, que lucen quitones o túnicas vaporosas con pliegues excepcionales, bajo las cuales se insinúan sus pechos firmes. Entre los escombros han sido hallados fragmentos del rostro que se había desprendido de la cabeza de una de las cariátides. Por otro lado, han aparecido los marcos de mármol, del orden jónico, de la entrada que supuestamente conduce a la cámara principal. (nationalgeographic.com.es)

Τετάρτη 10 Σεπτεμβρίου 2014

Ο ΤΑΦΟΣ ΤΗΣ ΑΜΦΙΠΟΛΗΣ - 4

El Ministerio de Cultura de Grecia difundió ayer martes 9 de septiembre un comunicado, en el que informa sobre el desarrollo de las excavaciones arqueológicas en la tumba de Anfípolis, al norte de Grecia, y un dibujo acompañado de fotografías que muestra los últimos hallazgos. Los trabajos en la colina de Kasta se centran actualmente en retirar los escombros de las cámaras abovedadas que presumiblemente conducen al recinto funerario principal y apuntalar la estructura para evitar posibles derribos. 
En el diseño presentado por M. Lefantzi, arquitecto del Ministerio de Cultura, llama la atención el esmero que pusieron los constructores en la protección de la tumba mediante diferentes muros formados por enormes sillares. Una escalera desciende en primer lugar a la entrada principal, que estaba tapiada con bloques de piedra. Sobre el dintel aparecieron dos esfinges enfrentadas, desprovistas de sus cabezas y alas. Sus poderosas garras y sus cuerpos robustos y perfectamente estáticos denotan un excelente dominio técnico por parte de los escultores. Los capiteles que sostienen el dintel aún conservan restos de su policromía original. 
A continuación se extiende una cámara abovedada con un pavimento formado por trozos de mármol sobre un fondo rojo. Un nuevo muro de sillares oculta la segunda entrada, flanqueada por dos cariátides ejecutadas también con destreza. La que está situada a la derecha ha perdido el rostro. Ambas tenían uno de sus brazos extendidos como para disuadir a aquel que intentara traspasar el umbral. Un sospechoso agujero en la parte superior del siguiente muro hizo pensar a los investigadores que la tumba pudo haber sido saqueada en el pasado, pero parece improbable debido al estado intacto que presentan las demás estructuras. (nationalgeographic.com.es)

Δευτέρα 8 Σεπτεμβρίου 2014

Ο ΤΑΦΟΣ ΤΗΣ ΑΜΦΙΠΟΛΗΣ - 3



Dos cariátides, estatuas de mujeres con túnica, se descubrieron en la entrada de una tumba en Anfípolis (norte), considerada la mayor tumba antigua conocida en Grecia, anunció el domingo el ministerio de Cultura.
El sábado, al sacarse "la tierra delante de la segunda pared de cierre, se descubrieron (...) dos cariátides de excelente factura", indicó el ministerio en un comunicado.
En las fotos difundidas por el ministerio se ve salir de la tierra hasta la mitad del busto a dos figuras femeninas de mármol. Llevan una túnica con manchas y los bucles de su cabello les caen sobre los hombros.
"El brazo izquierdo de una de ellas y el derecho de la otra estaban levantados como para prohibir simbólicamente el ingreso a la tumba", afirma el comunicado.
Estas excavaciones arqueológicas en la región griega de Macedonia están suscitando gran expectativa, ante la posibilidad de que se descubran los restos de algún familiar cercano de Alejandro Magno, el gran conquistador oriundo de esta zona del norte de Grecia.
Las excavaciones en el impresionante túmulo, situado a unos 100 km al este de Tesalónica, llevan ya varios años, y llegaron a estar interrumpidas un tiempo por falta de dinero, a causa de la crisis económica que atraviesa el país.
La gran pregunta es qué personalidad podría estar enterrada desde hace dos mil 500 años bajo una colina de tres metros de altura protegida por un recinto de cerca de 500 metros, hecho con mármol traído de la cercana isla de Thasos.
Las hipótesis apuntan a Roxana, la esposa persa de Alejandro, pero también a su madre Olimpiada, o a uno de sus compañeros y generales.
Según los arqueólogos, la posibilidad de que la tumba de Anfípolis sea de la Alejandro es casi nula. Después de su fallecimiento a los 32 años de edad en Babilonia, su cadáver habría sido inhumado en Alejandría, Egipto, sin que ninguna excavación haya llegado a confirmarlo nunca.
(vanguardia.com.mx, 7/9/2014)

Uno de los secretos mejor guardados de la Antigüedad clásica está a punto de ser revelado al mundo. Los especialistas tienen la absoluta certeza de que la tumba de Anfípolis, la más grande hallada en Grecia, en la región de Macedonia, oculta los restos de un personaje muy importante de la antigua aristocracia macedonia. La construcción de la tumba ha sido fechada entre los años 325 y 300 a.C., es decir, en una época cercana a la muerte de Alejandro Magno, quien según las crónicas expiró en Babilonia en el 323 a.C. 
Tras retirar los enormes bloques de piedra que sellaban la entrada principal, flanqueada por dos esfinges desprovistas de sus cabezas y alas, los arqueólogos abrieron paso a través de los escombros acumulados en la antecámara hasta topar con una nueva entrada, que según parece es la que conduce a la cámara principal. El pasado sábado, y según informaciones del Ministerio de Cultura de Grecia, los arqueólogos excavaron dos cariátides de un valor artístico excepcional que, de forma simbólica, custodian los restos del misterioso difunto. 
La cariátide situada a la izquierda de la nueva entrada presenta un buen estado de conservación, mientras que la que está situada a la derecha ha perdido todo el rostro. Según los investigadores, sus brazos izquierdo y derecho, respectivamente, estaban desplegados como si quisieran impedir el acceso a toda persona que intentara traspasar la entrada. Ambas cariátides fueron talladas con mármol de la isla de Tasos y aún conservan restos de pigmentos rojos y azules. Los arqueólogos esperan salvar este nuevo obstáculo y acceder así a la cámara principal. 
(nationalgeographic.com.es)

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